Como dos niños. Como críos que aprenden, descubren, andan y tropiezan. Aprendemos de los errores, descubrimos cosas, unas buenas, otras, no tanto, y continuamos el viaje juntos. Con baches que nos hacen tropezar pero siempre con una mano que tira de la nuestra para decir: ¡arriba! y a seguir. Como todo lo nuevo, la ilusión y el optimismo bañan el comienzo, y poco a poco, las cosas se vuelven diferentes, y no peores, sino, tan solo diferentes. Nos adaptamos a ese cambio y lucharmos por poner la gota de color a cada día.
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